julio 31, 2009

El primer partido de la Selección Chilena

El 27 de mayo del año próximo se cumplirán 100 años del primer partido jugado por un seleccionado chileno. Esto no puede refutarse ni es mi intención hacerlo. Sin embargo, existe una grave confusión general entre los historiadores del fútbol respecto del rival con el que Chile perdió 3 a 1 en ese debut absoluto, así como del carácter mismo de aquella contienda.

Dado que vengo hablando de la importancia de consultar las fuentes “verdaderas” o primarias de un hecho, me pareció bueno justamente aclarar esta situación, a modo de ejemplo de qué puede ocurrir cuando un relato se arma en base a otros relatos muy posteriores al suceso que se busca evocar y no al chequeo de datos que realmente corresponde hacer.

Confieso que yo mismo daba por seguro que aquel 27 de mayo de 1910 Chile enfrentó a la Selección Argentina. Por eso, no me sentí extrañado cuando meses atrás mis amigos de CEDEP se contactaron conmigo para pedirme información sobre ese histórico partido.

Fue entonces que, al ponerme a buscar data en los diarios de la época, descubrí que, que contra lo que siempre se dijo al respecto, aquel primer team chileno jugó en realidad ese día un match "de práctica" no frente al verdadero seleccionado argentino sino contra un combinado de jugadores locales que había sido armado para medir fuerzas en un finalmente frustrado amistoso con el Alumni, el mejor equipo de estas pampas por aquellos tiempos.

Por eso, ese primer rival de la Roja -que en esa oportunidad fue mitad roja y mitad blanca- no contaba precisamente con las figuras del Alumni, como sí las tuvo el equipo argentino que días después (más precisamente, el 5 de junio de 1910) jugaría contra los chilenos en el marco de aquel primer “Campeonato Sudamericano” de 1910 del que también participó un seleccionado de Uruguay.

Ya en otra oportunidad hablaré más puntualmente de los errores que comúnmente se cometen en la evocación de esa competencia que reunió por primera vez en la historia a tres selecciones de Sudamérica, así como de la grave omisión en que muchos caen al no recordarla como el primer antecedente de la actual Copa América. Por ahora, y para no irme de tema, me limitaré a fundamentar lo que vengo diciendo sobre aquel primer partido jugado por un representativo chileno de fútbol.

Viendo el archivo adjunto a continuación, se podrá comprobar precisamente la muy distinta denominación que, al difundir el programa de partidos organizados por el Centenario de la Revolución de Mayo, el diario La Argentina daba en su edición especial del miércoles 25 de mayo de 1910 a los equipos que enfrentarían a Chile el 27 de mayo y el 5 de junio de ese año respectivamente.

Programa 1910Como se ve, aquel primer rival de un seleccionado chileno en la historia es llamado “Combinados” y no “Argentinos”, nombre que por entonces se daba al representativo nacional en lugar de “Selección Argentina” y con el que ya sí aparece el seleccionado local al que el de “Chilenos” enfrentaría como “perdedor del match del 29”; es decir, de su partido contra “Uruguayos” que abriría el Sudamericano.

También como se puede apreciar en el recorte de arriba, en ese primer equipo de argentinos que enfrentó a los chilenos el 27 de mayo no hay futbolistas del Alumni que sí jugaron el partido del 5 de junio como Jorge Brown, quien era el crack más renombrado de la época en el país y no había jugado aquel partido anterior para “Combinados” precisamente porque ese equipo no era la Selección Argentina sino un combinado “de entrenamiento”, como el mismo diario La Argentina lo deja en claro más adelante en su texto al decir:

Aclaración Programa 1910

Esto demuestra también el importante error en que algunos estadígrafos muy prestigiosos caen dando como correspondiente al Sudamericano a ese primer partido que Chile jugó en Buenos Aires el 27 de mayo, y simplemente como “Amistoso” al del 5 de junio cuando en realidad este último fue el que se jugó por aquel torneo. Pero de esto ya hablaré con más profundidad en otro posteo.

julio 23, 2009

A propósito de las fuentes

En mi posteo anterior, hablé de "un periodismo demasiado cómodo o soberbio por lo general para ir en busca de las verdaderas fuentes". Para que se entienda mejor, reproduzco a continuación un muy didáctico texto extraído de un artículo bastante más largo del amigo Carlos Yametti. Tener muy en cuenta especialmente lo que destaco en negrita:

Historia y Estadística

Hasta hace unas pocas décadas, eran dos materias con muy escaso desarrollo dentro del ámbito futbolístico. Había pocos referentes en estos temas: Escobar Bavio incursionó en la historia con dos publicaciones muy reconocidas tales como “El Fútbol en el Río de La Plata” y “Alumni, escuela de campeones y cuna de hidalguía”, siendo ésta última todo un modelo de cómo debe escribirse y documentarse una obra histórica. En el campo de la estadística, descollaron los anuarios de Carlini (décadas del 40 y del 50) y los de Humberto Bissi (finales de los ’50 y comienzos de los 60).

Hacia 1970 estos tópicos comienzan a cobrar mayor relevancia, aunque tímidamente. El adalid de historiadores y estadígrafos es Pablo Ramírez, que con la edición de su obra en 8 tomos, “Historia del Profesionalismo”, sienta las bases para los trabajos de esa índole que comienzan a elaborarse a partir de entonces. Previamente, Ramírez había logrado llamar la atención y aunar un nutrido grupo de curiosos en estas áreas con sus interesantes trabajos en la revista Sport, suplemento mensual de El Gráfico. Pero son los 114 fascículos que componen su obra, con las síntesis de los encuentros y las fotos de todos los equipos, los que se convirtieron en un imán irrechazable para quienes a la pasión por el juego sumaban la inquietud por conocer el pasado del fútbol y sus matemáticas. Son muchos los que se largan a garabatear palotes para contar presencias, goles, rachas y campañas. Nace además la necesidad de conocer otros datos que no reflejaba la obra, tales como el nacimiento y el pasado de los clubes, las procedencias de los jugadores, etc. Allí comienzan su labor los investigadores…

Interludio: fuente y base

Volviendo a lo que decíamos en el párrafo anterior, “sienta las bases”, me parece interesante destacar la diferencia entre la “base” y la “fuente”. La obra de Ramírez la podemos considerar como la base principal de la cual han surgido todas las estadísticas del Profesionalismo, pero no debemos confundirla con la fuente. Una base es una recopilación de datos tomados de una o varias fuentes, y quienes se manejan bien con la computación podrán confirmar esto. Las fuentes de la que se ha nutrido Ramírez para su historia han sido, básicamente, los diarios La Prensa y La Nación y, para muchos períodos, sus anotaciones personales que -seguramente- incluían otras fuentes adicionales, incluso los archivos de El Gráfico; medio en el cual se desempeñó por varios años.

Hecha esta aclaración, quiero resaltar que hacer un trabajo estadístico a partir de una base, sin una posterior revisión de otras fuentes, es algo así como contar una película que otro, a su vez, nos ha contado. El famoso y remanido “volver a las fuentes” en ocasiones puede depararnos alguna sorpresa si hemos tomado la base como palabra santa. Acoto además que muchos de los trabajos estadísticos que se hicieron basados en la obra de Ramírez fueron tomados y repetidos a partir de entonces por una gran cantidad de medios, con el riesgo de que un posible error, al ser reiterado muchas veces, tiende a convertirse en una verdad irrefutable.

Personalmente entiendo que la mejor fuente para la investigación son los diarios, periódicos o publicaciones semanales, ya que el hecho de su edición a pocas horas/días de los acontecimientos implicaba que la relación de los mismos estaba menos expuesta a interpretaciones y modificaciones desde el punto de vista personal y eran, básicamente, una descripción ajustada a lo que había observado el relator.

Otras publicaciones posteriores las considero como base y no como fuente, dado que están apoyadas en una fuente anterior. La excepción son aquellas obras escritas por quienes pudieron haber presenciado los hechos. Algunas otras alternativas, como el caso de revistas partidarias, si bien pueden tener a su favor el hecho de la edición “cercana al momento”, deben ser tomadas con pinzas ya que pueden estar impregnadas de cierto hinchismo que afecte la verdad histórica.

Adicionalmente, cuando un investigador tiene la posibilidad de recurrir a varias fuentes en el curso de una investigación, es muy útil tener en cuenta el concepto de “la fuente más confiable”. A modo de explicación dos ejemplos de lo que considero la fuente más confiable:

1) En el caso de un evento que tiene lugar fuera de la localidad (ya sea en el exterior o en el interior del país), es preferible tener en cuenta la información brindada por un medio de la zona. Esto, que es muy importante en cuanto a los datos del equipo anfitrión, se relativiza en los del visitante, que en ocasiones pueden ser poco conocidos por el medio local.

2) Cuando el evento es en la misma localidad, es importante conocer cuál de los diversos medios brindaba la información por medio de periodistas o de corresponsales propios, y cuáles se limitaban a reproducir a aquellos. Por caso, Noticia Gráficas publicaba en su 6ª edición, nocturna, la información de los partidos que se habían jugado durante el día, la cual era repetida fielmente por varios otros medios en su edición matutina, incluso hasta en los errores más fáciles de identificar como tales.

(...) Pero este trabajo debe contar con dos aristas importantes: por el lado del investigador la seriedad en la búsqueda en las distintas fuentes y la abstracción de intereses personales en las conclusiones (por mi parte, siendo simpatizante de Boca Juniors no tuve ningún prurito en “llevar” a Labruna –gran verdugo boquense- al tope de la tabla de goleadores). Por el lado de los medios, que son los encargados de difundir y dar a conocer los resultados, tener la mente abierta como para reconocer que lo malo no está en encontrar errores, sino en evitar reconocerlos y rectificarlos. El revisionismo histórico simplemente busca aproximarse a la verdad y no está dirigido contra nadie, porque, como sabemos, errare humanum est.

julio 21, 2009

Varias notas para una nota

Aunque no lo crean quienes en su fanatismo vieron segundas intenciones en una nota que publiqué recientemente en Perfil.com, en la que sólo cumplí con mi obligación profesional y moral de ubicar dentro de un contexto histórico a un reclamo que violenta la ley representada en el fútbol por el Reglamento de la AFA -que prohíbe expresamente la presentación de protestas por fallos arbitrales-, en el número de junio de Caras y Caretas (revista prestigiosa si las hay en la Argentina) publiqué la siguiente nota sobre la faceta que considero más destacable de Angel Cappa y el equipo que de su mano jugó un fútbol tan vistoso en el último Clausura:


Espero que después de leer esto algunos entiendan que no soy yo quien lesiona ni busca lesionar el prestigio de un club que tanto significa en la historia del fútbol argentino como Huracán, ni mucho menos justificar el pésimo arbitraje de Gabriel Brazenas en el partido decisivo del campeonato. Pero no por haber disfrutado con el fútbol del Globo como lo hice voy a callarme ahora que su dirigencia intenta violar las reglamentaciones o acomodarlas a sus intereses basándose en argumentos que no demuestran realmente la existencia de irregularidades que alegan, léase un soborno a Brazenas -que por otra parte debieran denunciar directamente si consideran que lo hubo- o una mala inclusión de Fabián Cubero por el artículo 225.

Es esa presentación que la dirigencia de Huracán hace luego de admitir que ya no había vuelta atrás posible lo que realmente daña la imagen del club, estigmatizándolo como mal perdedor e irrespetuoso de las leyes y haciéndolo perder nuevamente en la comparación con el modo de manejarse de clubes como Lanús y Vélez. Y es eso también lo que da el pie para recordar como lo hice en Perfil.com aquella definición del descenso del campeonato de 1949 que, por otra parte, me pareció bueno rescatar de un modo en que pocas veces fue contada por un periodismo demasiado cómodo o soberbio por lo general para ir en busca de las verdaderas fuentes, como lo hice consultando por ejemplo esto:


Ya sé que algunos seguirán pensando que detrás de mi nota hay segundas intenciones. Desgraciadamente, vivimos en un país donde es casi imposible el debate de ideas o datos concretos, afectos como somos a descalificar al supuesto "rival" o a "saltar"ante cualquier crítica antes de ver realmente qué dice el otro y contestarle con argumentos serios. Pero no todos somos fanáticos, muchachos. Y aunque les sea imposible creerlo, repito, el "otro" puede ser capaz también de escribir esto y esto. Una lástima que no lo entiendan.